Centrados en Dios

30 de marzo

«A medida que dejamos de ser egocéntricos y nos centramos en Dios, nuestra desesperación se transforma en esperanza.»

Texto Básico, p. 107

¡Qué maravilla tener esperanza! Antes de llegar a Narcóticos Anónimos, muchos vivíamos en la desesperación total. Creíamos que estábamos destinados a morir a causa de nuestra enfermedad.

Muchos miembros mencionan que durante los primeros meses en el programa estaban en una «nube rosa». Hemos dejado de consumir, tenemos nuevos amigos y la vida parece prometedora. Las cosas van de maravilla. En aquel momento la realidad entra en escena. La vida sigue siendo la vida: aún perdemos empleos, nuestras parejas todavía nos abandonan, nuestros amigos mue­ren, seguimos enfermándonos. La abstinencia no garantiza que la vida salga siempre como queramos.

Cuando la realidad de la vida tal cual es se impone, nos volve­mos hacia nuestro Poder Superior y recordamos que la vida es así. Pero pase lo que pase en nuestra recuperación, no tenemos que desesperarnos porque siempre hay esperanza. La esperanza se basa en nuestra relación con un Poder Superior.

Esta relación, tal como lo expresa la idea de nuestro texto, se desarrolla con el tiempo: «gradualmente nos centramos más en Dios». En la medida en que dependamos cada vez más de la fortaleza de nuestro Poder Superior, los problemas de la vida no tienen por qué arrastrarnos a un mar de desesperación. Cuanto más nos centramos en Dios, menos nos centramos en nosotros mismos.

Sólo por hoy: Dependeré de mi Poder Superior. Aceptaré que, pase lo que pase, mi Poder Superior me brindará los recursos para vivir con ello.